11.10.13

Mikio Naruse y Lady Mendl

Un director de cine japonés y una decoradora de interiores. Estuvieron en el mundo al mismo tiempo por algunos años, pero dudo que alguno de los dos haya sabido algo sobre la existencia del otro y, si alguien me pregunta, así estuvo bien. El mundo no habría cambiado mucho si se hubiesen encontrado en un café o cruzado por una calle de Nueva York. No todos los encuentros entre personas grandes terminan siendo un evento enorme.

El verdadero nombre de Lady Mendl es Ella Anderson de Wolfe. Cuando era joven, su madre solía decirle que era fea, pero Elsie -como la llamaban sus seres queridos- no sabía lo que "ser feo" significaba. En su autobiografía cuenta que una vez, al volver de la escuela, encontró que sus padres habían redecorado su habitación favorita de la casa. El papel que utilizaron para tapizarla le pareció tan aberrante que sintió como si un cuchillo la atravesara y, entonces, se tiró en el suelo a llorar y a gritar It's so ugly! It's so ugly!

En su libro, Elsie dice: I was not ugly. I might never be anything for men to lose their heads about, but I need never again be ugly. This knowledge was like a song within me. Suddenly it all came together. If you were healthy, fit, and well-dressed, you could be attractive.



Además de decorar lugares, fue una mujer elegante conocida por vestir siempre de manera adecuada y sobresalía por ello en cualquier lugar. Esto, para ella, jamás fue algo superficial. Llevar el vestido más bonito o elegir una silla victoriana iba mucho más allá de algo visual. Vestía y decoraba el exterior para mostrar la belleza del interior, para darle vida a lo muerto y color y a lo gris. Así que Lady Mendl me enseñó algo. Esa fealdad de la que habla, de la que se desprende, existe en muchas formas. Hay que llorar porque el papel tapiz es feo y luego levantarse para seguir otro consejo de Ella: I am going to make everything around me beautiful, that will be my life.




Mikio nació y murió en Japón. Filmó noventa películas de las cuales veinte están perdidas y de todas ellas solo quiero hablar de una, Cuando una mujer sube la escalera. Keiko, la protagonista del filme, tiene que subir todas las noches unas escaleras. Literal y metafóricamente. Su vida está llena de desgracias, pero Naruse no quiere que sintamos lástima por ella. Sube cada escalón con fuerza, sin la ayuda de nadie. Es tímida, ni siquiera se atreve a vestirse como las otras chicas, no se adapta y, como le decía Paco Umbral a Lola Flores en una entrevista, pareciera que no pertenece a este siglo. Su siglo. Keiko se enfrenta a un problema en cada escalón-momento, y cada uno de los problemas es tan desolador como el anterior, y no hay un final feliz. Solo el aprendizaje y el ejemplo.

Entonces Mikio, a través de Keiko, me enseñó otra lección: la vida es, casi con certeza, un sueño en el que lloramos y, al despertar, descubrimos que tenemos lágrimas en las mejillas, pero hay que ser fuertes como un árbol. Hay que subir las escaleras.



Elsie y Naruse nunca tuvieron relación alguna. Hasta hoy. El mundo no cambia por este encuentro, porque se dio en mí y se queda en mí. 

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